viernes, septiembre 07, 2007

El engaño

Al punto hacemos una gran brecha en las murallas, abriendo así la ciudad; todos ponen mano a la obra, encajan bajo los pies del caballo ruedas con que se arrastre fácilmente y le echan al cuello fuertes maromas; así escala nuestros muros la fatal máquina, preñada de guerreros (...) ¡Oh patria, oh Ilión, morada de los dioses! Cuatro veces se paró la enemiga máquina en el mismo umbral de la puerta y cuatro veces se oyó resonar en su vientre un crujido de armas. Avanzamos, no obstante, desatentados y ciegos en nuestro delirio, y colocamos el fatal monstruo en el sagrado alcázar. Entonces también abrió la boca para revelarnos nuestros futuros destinos Casandra, jamás creída de los Troyanos por voluntad de Apolo; y nosotros, infelices, para quienes era aquél el último día, íbamos por la ciudad ornando con festivas enramadas los templos de los dioses.

Virgilio, La Eneida, siglo 1 a/c.

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