
Ella me explicó que:
“El problema es que, si bien los mandatos culturales de los hombres son coherentes (macho, caballero, que mantenga el hogar, etc.), los de las mujeres son contradictorios. Hoy una mujer tiene que trabajar a la par del hombre pero también hacer la comida y cuidar a los hijos; tiene que ser una ‘perra’ pero también una ‘virgen’. Entonces no es raro que se vista como una pero actúe como otra.”
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