jueves, noviembre 30, 2006

La era del Marketing

Estamos en la era del Marketing. Hemos conocido otros tiempos en los que Contadores primero y Administradores de Empresas luego dominaban la escena.

Muchas cosas han cambiado en esta era. No digo que estén ni bien ni mal, sólo que son un reflejo de los tiempos en que vivimos.

Por ejemplo, antes los objetos tenían un valor que se calculaba en función de lo que costaba fabricarlo. En la era del Marketing las cosas valen lo que el potencial cliente pueda pagar. De esta forma, dos productos similares pueden tener precios completamente diferentes dependiendo de dónde y con qué otro producto se exhiba.

viernes, noviembre 24, 2006

Insensible

De niña había recibido de su padre un golpe en la nariz, y desde entonces carecía del sentido del olfato y de toda sensación de frío y calor humano, así como de cualquier pasión. Tras aquel único golpe, la ternura le fue tan ajena como la aversión, y la alegría tan extraña como la desesperanza.

Patrick Süskind, El Perfume, 1985.

lunes, noviembre 20, 2006

Mi tío Luís

Luís Bacalov estuvo en Argentina unas semanas y volvió a Italia. Aprovechó algunos compromisos para visitar a la familia. Para aquellos que no lo saben, mi tío es alguien bastante famoso en otros lugares aunque no tanto por estos pagos. Entre otras cosas ganó un Oscar por la música de la película “El cartero”.

Luís es concertista de piano y en los intermedios suele interpretar adaptaciones propias de tangos conocidos. En Italia recopilaron estas versiones y editaron un disco que se agotó en pocas semanas. Escuchándolo atentamente uno se da cuenta de que hay personas en este mundo que simplemente “tienen algo”…

jueves, noviembre 16, 2006

Desde el fondo


El domingo 12 de noviembre toqué fondo. El trabajo, las obligaciones, algunos problemas personales, no sé. El diagnóstico del médico luego de auscultar mis pulmones, constatar mi dolor en el costado y analizar la reacción alérgica en mis brazos fue concluyente: “tenés la cabeza podrida”.

Es curioso pero entender la situación me hizo tener la certeza de que, en adelante, sólo era posible ir mejorando. Entonces volví a casa, puse un puñado de granos en el molinillo a manivela, agua caliente y me senté a tomar un café a la sombra de la glicina esperando el primer rayo de sol luego de la tormenta.