-Mira, Tula, yo no le entiendo; cada vez le entiendo menos. Parece que está siempre distraído y como si estuviese pensando en otra cosa –o en otra persona, ¡quién sabe!- o temiendo que alguien nos vaya a sorprender de pronto. Y cuando le tiro algún avance y le hablo, así como quien no quiere la cosa, del fin que deben tener nuestras relaciones, hace como que no oye y como si estuviera atendiendo a otra…
-Es porque le hablas como quien no quiere la cosa. Háblale como quien la quiere…
Miguel de Unamuno, La tía Tula, 1921
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