La crisis de los ’40 (la mía) es bastante diferente de las anteriores. La de los ’20 venía por el cambio de mundo, el fin de la secundaria y la certeza de que dejaría de ver a muchos de aquellos con quienes había crecido. Fue la crisis de la bifurcación, la primera puerta. La de los ’30 fue la del fin de la joda, el verdadero ingreso a la adultez, sentar cabeza (¿y eso que significa?).
Esta, la de los ’40, comenzó el día que me di cuenta de que el espejo miente. Cuando ya no pude negar más el paso del tiempo. El espejo miente porque nos vemos a través de nuestros ojos. Hace poco me encontré con un compañero de colegio y pensé: “¡está hecho mierda!”. Ahora me doy cuenta de que él debió pensar lo mismo de mí.
Las fotos son muy diferentes ya que aparecemos tal como nos ven los demás. “Mirá, en esta saliste bien” es lo peor que te pueden decir cuando, lo que se ve, claramente difiere de lo que vemos en el espejo.
En mi espejo veía que tenía varios (muchos) quilos de más pero pensaba que con un poco de dieta y ejercicio volvería a verme bien. Ahora me doy cuenta de que puedo bajar de peso, pero no me voy ver como antes, no me voy a hacer más joven.
Esta crisis es (para mi) una etapa de aceptación. Durante los últimos años yo y la imagen que tenía de mí se distanciaron. Ahora entré en un período en el que tengo que amigarme (que remedio) con el gordo ese que está en el espejo.
La semana que viene empiezo el gimnasio.
Y esta vez lo cumplió!!
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