Quizá la Lebrijana estaba despierta, aguardándolo. La imaginó moviéndose por la habitación, con el cordón de la camisa de dormir flojo sobre los hombros morenos y desnudos, y añoró el olor tibio de aquel cuerpo que, pese a las muchas guerras que también había librado en otro tiempo, guerras mercenarias de a tanto la noche, besos y manos extrañas, seguía siendo hermoso, denso y cálido, confortable como el sueño, o como el olvido.
Arturo Pérez-Reverte, El Capitán Alatriste, Limpieza de Sangre, 1997.
¨confortable como el olvido", genial.
ResponderBorrarNo he leído el libro...pero definitivamente ahora lo haré
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