(…) no le importaba nada América. Es más, le parecía verdaderamente espantosa, por ese afán de las gentes de andar permanentemente tras los dólares, de asistir regularmente a los servicios religiosos, por su culto del éxito y su colosal mediocridad; pero, sobre todo, por su falta de atmósfera histórica. Desde luego que el país tenía una historia, pero eso no era
history sino una breve y aburrida
success story.
Thomas Mann (1875-1955), La engañada.
y cuánta razón tenía. Quién dixit?
ResponderBorrarhay que actualizar el blog gordito
ResponderBorrarTrataré de actualizarlo más seguido.
ResponderBorrar¿Y...?, Así no se puede!
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