Hubo una vez un obrero que fabricó una vasija de cristal que no se podía romper. Se le concedió el honor de presentarla al César, y cuando éste la hubo visto, el obrero la cogió otra vez y la tiró contra el suelo. Espantóse el emperador al ver aquello, pero la vasija no se quebró; únicamente se abolló un poco, como si hubiese sido de metal. El obrero, entonces, sacando un martillito, la arregló con mucha destreza y le devolvió la forma. Después de aquella muestra de habilidad vio el cielo abierto cuando César le preguntó:
-¿Hay alguien que conozca el arte de fabricar el vidrio como tú? ¡Cuidado con decir la verdad!
Contestó el otro que era el único conocedor de aquel secreto, y entonces el emperador le mandó decapitar, bajo el pretexto de que si semejante arte se extendiera perdería el oro su valor.
Petronio, El Satiricón, siglo I dc
Sugerente cita. Hay unos cuantos que siguen pensando igual.
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