- (...) ¿Crees tú que te quiero menos porque no puedas guiarte a ti misma? No, no; confía en mí: no te faltará ayuda y dirección. No sería yo hombre, si tu incapacidad de mujer no te hiciera doblemente seductora a mis ojos.
Henrik Ibsen, Casa de muñecas, 1879
Una vez venía de un acto píblico con una compañera de facultad hablando acerca de las pocas oportunidades de trabajo que teníamos, y Valeria concluyó (sin que se hubiera mencionado el tema): -bueno, pero vos tenés marido!
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