Pablo sabe de inmediato que ese "hola" entusiasta es absolutamente diferente a cualquiera de los holas de las mujeres que podrían llamarlo. Si tuviera que arriesgar dónde está la verdadera diferencia, diría: es hola está vivo. Muy diferente al hola apagado de Laura, que preanuncia un listado de quejas y recordatorios. Muy distinto al de Marta, uno hola duro, cortante, que tiene la extraña propiedad de secar la garganta no de quien lo dice sino de quien lo oye [...].
Claudia Piñeiro, Las grietas de Jara, 2014
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