Los jóvenes, en el fondo, son conmovedores, debió de pensar Grimaldi. Hacen lo que pueden por sentirse reales. Se tocan y se lamen un poco, como cachorros, y se imaginan que están viviendo con intensidad, hasta que un día descubren con horror que la vida los alcanzó.
Abelardo Castillo, El espejo que tiembla, “El desertor”, 2005
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