Hace unos días tuve que hacerme unos estudios por pedido de mi médico de cabecera. Llegué al laboratorio a las 8hs (horario en que abre) para hacer rápido y no llegar tarde a mi trabajo. Me encontré con 2 recepcionistas hablando entre ellas mientras otras 3 mujeres estaban juntas tomando unos mates y comentando anécdotas del día anterior.
Quince minutos pasaron hasta que la recepcionista me atendió y otros 10 hasta que otra de las mujeres me sacara sangre para el análisis.
Es evidente que el espíritu del empleado público trasciende los límites de lo estatal.
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