martes, septiembre 30, 2008

El Concierto


Al llegar a cierta edad, algunas personas dejan de vivir experiencias nuevas y comienzan a revivir las pasadas. Una y otra vez abren el viejo arcón, sacuden el polvo y rescatan emociones añejadas que el tiempo se encargó de depurar.

Sentado en su banco de plaza Congreso, Don Pancho, pasaba los días encerrado en sus recuerdos. Los pocos momentos en los que volvía al presente, sólo servían para sumirlo en una profunda depresión. Lejos habían quedado sus días gloriosos en los que mucha gente lo reconocía y saludaba con admiración.
En aquel tiempo jamás se sintió solo, aún cuando Don Pancho nunca se casó y ni tuvo una verdadera familia. Los aplausos eran su más grande recompensa y producían en él un orgullo que llenaba hasta los últimos recovecos de su alma.
Ahora, en cambio, su única compañía eran los ecos de un tiempo que regresaba cada día y que lo ayudaban a hacer menos tediosa la espera. Como casi todos los viejos de su edad, él también esperaba...

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