La segunda opción, la de "aquí no ha pasado nada", también es peligrosa, aunque muy romántica y cinematográfica.
Una pareja se pelea por motivos que no vienen al caso, pero que seguramente son culpa de la mujer. Se gritan, se putean, se arrojan con comestibles, pasan luego a tirarse con adornos y elementos de cierto peso y volumen. Él le grita "puta", ella le dice "enfermo", él vuelve a gritarle "puta", ella lo acusa de inmaduro, él insiste en gritarle "puta" y no por falta de originalidad, con lo que ya podemos ir sospechando por dónde pasa el tema de la discusión. Ella le saca la lengua con gesto burlón. Él intenta sacarle un ojo, pero con un picahielo. Ella le tira con lo primero que tiene a mano, en este caso la tortuga y se refugia en el cuarto de baño. Él tira la puerta abajo. Ella lo provoca frotándose la barbilla y diciendo "chiva chiva". Él arroja un trompazo. Ella se agacha y el puño se clava en el espejo del botiquín. Él queda con media mano hecha mierda y la otra media mano en el estante inferior del botiquín, junto al desodorante. Rato más tarde, cuando él regresa de la salita de primeros auxilios convertido en el primer hombre con espejo retrovisor incorporado en la mano, ella lo recibe envuelta en un body blanco. Él la abraza. Ella se pincha con un pedacito de espejo que al tipo le quedó entre el pulgar y el índice. Ambos ríen. Se besan. Se acarician. Se hacen el amor y, luego del orgasmo, siguen besándose y haciéndose mimos.
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