-Nunca los celos, a lo que imagino –dijo Preciosa-, dejan el entendimiento libre para que pueda juzgar las cosas como ellas son: siempre miran los celosos con antojos de allende (*), que hacen las cosas pequeñas, grandes; los enanos, gigantes, y las sospechas, verdades.
(*) antojos de allende: anteojos para ver de lejos, de aumento.
Miguel de Cervantes, Novela de la Gitanilla, 1613
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